viernes, 24 de enero de 2014

Acerca de un poema de Alejandra Pizarnik.

Los Versos Más Míos es un proyecto de Ángel Talián en el que diferentes autores van explicando las razones por las que un poema determinado se le ha atravesado en el cerebro, o directamente lo hubiese querido escribir. Mi colaboración parte de un breve poema de Alejandra Pizarnik que ya subí a este blog hace años, y se trata de lo que sigue:




una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo

la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos



Me obsesiona este poema desde hace demasiados años, lo escribió Alejandra Pizarnik y está dentro de su libro de 1962 Árbol de Diana. Alejandra Pizarnik escribía relámpagos de belleza herida, desgarros breves que latían en carne de palabra viva; y lo hacía a pesar de ser Alejandra Pizarnik y llevar esa pesada máscara que su muerte y nuestro afán por encontrar mártires de la pureza equivocada le ha colocado en el rostro, sobre cada uno de sus poemas. Alejandra Pizarnik sobrevive a su muerte y a su mito precisamente porque escribió poemas como este. Digo este poema y digo también amén. Porque este poema puede ser una religión, la mía. Resume con apabullante exactitud lo que le pido a mi propia poesía. Este poema puede ser una poética, la mía. Resume con apabullante exactitud lo que le exijo a mi propia vida, a mi manera de estar en el mundo frente al mundo y sus delirios. Este poema puede ser una ética, la mía. Hay que mirar y hay que rebelarse. Mirar, vivir, intensamente, el horror y la belleza de la realidad, para subvertirla, para cantar la podredumbre y la posibilidad. Este poema me obsesiona. Una vez lo dije y ahora lo reitero: si pudiera me tatuaría estos cuatro versos en el interior de los párpados para que al cerrar los ojos pudiera recordar siempre lo que es importante.


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