jueves, 15 de marzo de 2012

Los laberintos de la memoria.

BÉLGICA, Chantal Maillard. Pre-textos, Valencia, 2011. 344 pp.




Las etiquetas genéricas no suelen valer cuando leemos a Chantal Maillard (Bruselas, 1951). Bélgica es el último de sus diarios personales, híbridos entre la poesía, la filosofía y la autobiografía, como aquel inolvidable Husos. Notas al margen. (Pre-textos, 2006). Hay conexión entre ambos. Aquí y allí lo que interesa es desenmarañar los hilos del propio ser, recorrerlos con demora, sin abandonar el asombro ante la vida y sus códigos. Ella misma, la autora, como campo de investigación antropológico, en el sentido más amplio del término. Descubrir o acercarse al qué-se-es y las formas que tiene este de decirse. El asombro y el enigma no se cierra, se demuestra imposible llegar a conclusiones, pero nos ofrece un viaje fascinante. Los hilos para perdernos a conciencia en el laberinto. Si en Husos se profundizaba en la idea del duelo, en Bélgica se ahonda en la memoria. Estrategias para dominar, en vano, la pérdida.

La memoria. Dice Maillard que para los filósofos griegos el ser es aquello que permanece. En nosotros: los recuerdos nos hacen ser quienes somos. Aunque mientan y la vida vivida sea siempre irrecuperable por definición. Ese es el objeto de este libro. Recuperar la memoria para comprender el ser. Si la mente es un territorio, la memoria trata de ordenar el caos del espacio y dotar de sentido, mediante juegos de analogía, a lo que somos. Descubriendo los hilos que nos fueron tejiendo para llegar, levemente, a intuir qué fuimos antes y qué ahora. Qué siempre. Volver a Bélgica, lugar donde vivió hasta los doce años y están sus raíces, supone para Maillard el regreso al reino de la infancia, donde el mundo y la vida se inauguraba en un continuo gozo, donde la vida era sin más. Así sonidos, olores, historias. Su conciencia re-descubriéndose en lo que fue y lo que olvidó. Inevitable pensar en Proust, ella misma contrasta sus tentativas con las del maestro francés; igualmente con George Pérec y su fascinante experimento Je suis né.
Acaso escribir es someter al tiempo.
Bélgica es un tratado acerca de los puentes, casi siempre rotos, entre el vivir, el decir y el ser, con la memoria como guía. Pero sabemos que el camino es perdernos, el lenguaje nos teje en su red y en la maraña de resonancias percutimos por pura asociación, y lo que somos queda aplastado. “Decir yo es enajenarse” (p.16). Pero el reto de la escritura es ese: decir(nos) lo indecible, lo que al cabo somos.

El libro se vertebra por ocho viajes de Maillard a su país natal, sus vicisitudes presentes y su rencuentro con el pasado. En esos ocho capítulos el pulso narrativo es tranquilo y preciso, describiendo desde la memoria de sus ancestros (memoria de antes del yo) a las vivencias de/en sus casas o residencias escolares, donde aprendió la vida a base de vivirla en puridad, sin el andamiaje de recuerdos que sostiene y da forma a la vida adulta. Entre los viajes aparecen unas secciones llamadas Intervalos, con una forma más parecida a Husos: poemas, aforismos, conciencia reflexiva, un juego de espejos dentro del propio lenguaje y su relación tensa con el mundo. Complementa la visión más superficial, que no plana, de la autobiografía por una prospección despiadada hacia dentro, incluso al subconsciente y sus enigmas, con la serie de Sueños, tan hipnótica. Ese contraste eleva la potencia del libro. La memoria, lo que somos, viene determinado por hilos que parten de husos casi infinitos. Por eso también Bélgica aparece trufado de fotografías: la forma que tiene la gente de ordenar la memoria, aunque las fotografías no dejen de ser signos de algo lejano que ya no permanece. No allí.
El viaje al interior de Chantal Maillard es un viaje hacia dentro de nosotros. Puede que la conclusión sea el desarraigo y sentirnos, como ella, igual al zinneke: perro de mil razas al que ahogaban en los canales de Bruselas. Merecerá la pena el exilio si aprendemos a agarrar el destello. La vida recordada, vivida otra vez, cuando vivir no necesitaba excusas y el mundo era nuevo.

(Reseña aparecida en la Revista Quimera del mes de marzo de 2012)

7 comentarios:

no man's land dijo...

los ojos de Chantal siguen siendo los mismos de cuando era niña, sigue siendo aquella niña

muy buena crítica

raúl quinto dijo...

Y eso que dices es precisamente Bélgica, unos ojos que son los mismos siempre o que al menos intentan re-conocersel

no man's land dijo...

aquí un vídeo con un fragmento de Bélgica leído:

http://www.youtube.com/watch?v=O8JmFVn4DUA

re-conocerse, imposible y necesaria tarea. el viaje mereció la pena, aunque, como dices, acabemos siendo zinnekes

raúl quinto dijo...

Qué maravilla de vídeo.

no man's land dijo...

Aquí otro:

http://www.saladevideoonline.com/generaciondel27?video=530

Y otro más:

http://www.youtube.com/watch?v=DWHtzt8z37o

hipnóticos, creo

Nuncio dijo...

Pibe, con éste texto me cogiste las orejas (follar dicen alla, no?)

muy guapa la niña y grande libro

habrá que follarlo (leerlo) también

a tu salud

Juan dijo...

Brutalmente bueno!