lunes, 29 de septiembre de 2008

KARDINAL (Otto Muehl)

El otro día fue el cumpleaños de Gunter Brus, uno de los miembros más destacados del Accionismo Vienés: un grupo de vanguardia que en los años 60 realizaron las más perturbadoras acciones artísticas, fueron los primeros en llevar al extremo aquello del body art. En la década de las flores y el amor libre, supusieron una bofetada directa a las sensibilidades más pacatas, al mismo corazón del arte, al centro del cerebro social. Traficaron con el dolor, el asco, como materia artística, el cuerpo como lienzo infinito para rasgar y pintar. Fue uno de los puntos de no retorno del arte contemporáneo. Cada miembro hundía su dedo en la llaga de una manera y bajo una óptica e intención distinta. Desde el rito mítico religioso, la violencia clínica y psiquiátrica, lo puramente pictórico, o como en el caso de Otto Muehl los fluidos, la comida, lo orgánico, como elemento estético y violento, como agente de agresión y de oscura belleza. ¿Belleza? seguro que no estamos hablando de eso, sino de abismos, de lo que hay dentro del vértigo, en su núcleo. Vean Kardinal, ocurrió en 1967, el mismo año en que debutaron los Pink Floyd.

11 comentarios:

Stalker dijo...

Gunter Brus, Pink Floyd... ya empieza a haber confluencias, Raúl. En cuanto a la belleza, ese movimiento ayudó a destronar la idea canónica de la belleza, como ya venían haciendo, desde hacía tiempo, aquellos illuminati de las vanguardias del primer tercio de siglo (Duchamp, Man Ray & cía).

Larga vida...

Manuel G. Mairena dijo...

esto sí que es poesía visual!

Luna Miguel dijo...

angustia plastificada. mas.

raúl quinto dijo...

stalker, me alegra que vayas sintiéndote más arropado en este blog. Y bueno, lo del fin de la belleza (ese fin y esa belleza de la que imagino que hablamos) es tan antiguo como el romanticismo, de hecho nuestros vieneses favoritos no dejan de ser casi los últimos coletazos...

manolo, poesía eres tú.

luna, la cámara, el encuadre, plastifica, es cierto, pero no borra la angustia.

Enrique M. dijo...

Los fluidos huelen a Trash, Heat, restaurantes nudistas y sueños longevos.

raúl quinto dijo...

enrique, a todo eso huele también William S. Burroughs,¿no?

Stalker dijo...

Lo curioso, Raúl, tú que has estudiado historia del arte, ¿no te parece que aún vivimos atrapados en las secuelas del pos-romanticismo, en la vorágine de las emociones kitsch envasadas al vacío, en una senti-mentalidad que toma lo peor del romanticismo y obvia lo mejor (la búsqueda de absoluto)?

No estoy muy seguro de que las vanguardias hayan calado en algún sentido. Desde luego no al nivel popular, donde la cultura de masas se alimenta de ese pos-romanticismo edulcorado, farragoso y superficial.

raúl quinto dijo...

stalker,
a nivel epidérmico lo que antes eran vanguardias radicales se ha instalado en nuestro día a día, también en el arte "popular". Echa un vistazo al diseño gráfico, a los vídeo clips, a las perfomances pseudodadaístas que vemos en televisión... los hallazgos formales, el lenguaje novedoso, etc. se han normalizado y vaciado. Eso es así. Tal vez podemos pensar que ese es el fin de todo arte de vanguardia, quién sabe.

En cuanto a lo de ese posromanticismo edulcorado, vacío,y romo que inunda las librerías y las salas de cine.. la cultura popular siempre ha tirado de la inmediatez, de la respuesta emotiva rápida y sencilla (ojo, aquí dejo fuera lo que Fernández Porta llama alta cultura pop, válgale y entiéndase el oxímoron), así que lo que tenemos ahora es más o menos lo que se ha tenido siempre: de las novelas de caballería a las películas de Fantomas.

Es un tema muy interesante y que daría para un comentario mucho más preciso, no tanto estas líneas que improviso en un cíber.Espero que te sirva.

Stalker dijo...

En efecto, Raúl, se han instalado a un nivel superficial, de diseño gráfico, etc. Pero no a niveles más hondos, que son los que importan. Mira en música: nuestro oído no ha asumido ni siquiera el primer dodecafonismo, no te hablo ya del serialismo más visceral. Las bandas sonoras de las películas siguen conduciéndonos como borregos a emociones premeditadamente inocuas siguiendo patrones emotivos a lo Rachmaninov o Tchaikovski. ¿Cómo sería un mundo donde hubiera calado la música de Xenakis, donde Morton Feldman fuera popular? Desde luego sería un mundo muy distinto; Beckett sería leído hasta por las amas de casa y sólo cuatro freaks se atreverían con García Márquez.

Por ese posromanticismo me refería a los estereotipos que gobiernan la dramaturgia de los productos de consumo masivo, cine, series de televisión, etc.

En fin, que es un tema con miga y habría que pensarlo con detenimiento.

Abrazos.

raúl quinto dijo...

todo eso plantea sobre todo preguntas, muchas preguntas. La principal de ellas es ¿por qué sucede eso? y la segunda ¿es negativo que esto sea así?

a ver si alguno de los visitantes se atreve a buscarle una solución a este enigma.

Anónimo dijo...

muy bien, ya piqué me encantan los comentarios de stalker aunque sean radicales en el fondo los compartoal 90%.
no creo que sea necesario oir a xenaxis para ser feliz .esto es como todo cuestion de eleccion.abbrazos!